Zocodover. Homenaje Comuneros 2011

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martes, 22 de julio de 2014

El olmo de la calle Padilla


(Con motivo de la celebración del Día de Castilla en Madrid, la agrupación de Madrid del Partido Castellano realizó un pequeño homenaje junto al olmo de la calle Padilla, frente a la Fundación Juan March.
Aquí recogemos parte del texto leído para la ocasión, poético, emocionante y cargado de metáforas muy valiosas para entender el por qué del castellanismo en Madrid)
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Fotografías: copyright Partido Castellano

El árbol que tenemos delante es un olmo europeo, Durante siglos, ejemplares de estos árboles, las famosas olmas, han presidido las plazas de muchos pueblos de Castilla.  A su vez, hileras de olmos flanqueaban las carreteras y los caminos de nuestra tierra. El olmo, tanto como la encina o los pinos, conformaba nuestro paisaje.

Pero a comienzos de la década de los ochenta llegó a nuestro país una terrible enfermedad que destruye a los olmos europeos, la grafiosis. (…)
Sobreviven muy pocos olmos europeos de gran porte. Los más notables, aquellos que conformaron nuestra identidad como pueblo a través del paisaje, han muerto. Ya no hay olmas en nuestros pueblos. Y sin embargo, este olmo que tenemos delante , discretamente, se las ha apañado para medrar en el centro de una gran ciudad, donde muy pocos le prestan atención. Como tampoco piensan muchos en quién era ese Padilla que da nombre a la calle que está a escasos cinco metros de este olmo.

No deja de ser raro que una ciudad como Madrid, que tiende a olvidar que es parte de Castilla, haya dedicado tres calles tan céntricas a los tres líderes del movimiento comunero. (…) Sea como sea, la memoria de Bravo, Maldonado y Padilla está ahí para el que quiera dedicarles un segundo de recuerdo en medio de un atasco.
La memoria de los héroes comuneros perdura en Madrid como el olmo en torno al que nos hemos reunido hoy. A la vista de todos, pero sin publicidad. Así como la enorme mayoría de la gente que pase al lado de este árbol desconoce que se trata de uno de los últimos de su especie, así también el viandante que lee distraído el nombre de la calle de Padilla ignora casi siempre que ese tal Padilla fue tal vez el último gran héroe castellano.
Casi nadie sabe nada de su valentía, de sus esfuerzos por unificar el movimiento comunero , de su amor a Castilla, de su indignación al ver cómo era expoliada en nombre de un destino histórico superior. El eterno drama de nuestra tierra: dar por bueno el sacrificio en aras de un bien mayor que nunca redunda en nosotros.

Madrid es, fue y siempre será Castilla. Y Castilla y el Reino de Aragón fueron los principales pilares con los que se vertebró España, con alianzas y consensos, valores con los que se llegó hasta el mismo corazón de Europa , sentando las bases de su democracia y del propio proyecto europeo hace más de 500 años. Esa misma cultura castellana y sus valores se extendieron por todo el mundo , no sólo Europa, y por eso tenemos fuertes lazos con América, África y Asia.
Pero sin embargo, todo este trabajo por el que los castellanos nos deberíamos sentir orgullosos es el origen de la grafiosis política actual, alimentada con odio y envidia del que no supo amar a su propia tierra y a su propio hermano. La grafiosis de Carlos V que condenó sin juzgar a unos valerosos castellanos comuneros que tan solo reclamaban mantener sus derechos y su libertad, y que fueran escuchados en su propia lengua castellana cuyo emperador no hablaba.
La grafiosis de la transición en la que se consiguió libertad y autonomía para todos menos para Castilla, porque se nos culpó a Madrid y a Castilla de los que nosotros no construimos (…) o de un centralismo y falta de libertad asentada en Madrid pero que no era ni madrileña ni castellana, apoyada de hecho por muchos de los que ahora dicen ser sus víctimas. Pero sus verdaderas víctimas fueron Madrid y Castilla.

Este olmo, obviamente, no es consciente de su importancia. Sobrevive sin más. (…) Nuestra ideología se basa en la certidumbre de la necesidad de defender ciertas cosas, como este árbol. El castellanismo afirma que Castilla existe, no como una idea abstracta, sino como este olmo. Como todas las demás cosas que nos constituyen como pueblo.
Castilla existe en infinidad de cosas, todas frágiles, oculta bajo capas de olvido y de ignorancia, repartida en lo político en cinco comunidades autónomas sin más historia y sin más significado que el administrativo. El castellanismo es consciente de que Castilla existe, pero puede dejar de existir. Como los olmos.
Celebremos hoy la fortaleza de este árbol, su valentía. Honremos su obstinación inconsciente en permanecer vivo , en medrar contra todo. No se me ocurre mejor metáfora de nuestras ideas que este hermoso árbol. y el que haya brotado tan cerca de las calles dedicadas a los comuneros es una coincidencia feliz.
Este árbol nos une a los que vinieron antes que nosotros, tanto como nuestras tradiciones. (…)
Nuestros principios brotan de la tierra en la que están enterrados todos los que creyeron en Castilla, desde los lejanos tiempos del viejo Condado, hasta estos tristes momentos de ignorancia.Castilla existe, mal que le pese a muchos; en aceptar esto consiste ser castellanista (…) Este hermoso olmo nos da un ejemplo de lo que debemos ser, pero también nos impone un compromiso, el de no conformarnos (…) Porque lo único que no cambia es lo que está muerto. Perseveremos en nuestras ideas, pero no las convirtamos en un catecismo. Castilla es mucho más que un capítulo en un libro de texto. Castilla es un proyecto político.

Este olmo, aquí, en pleno centro de Madrid, es casi un milagro. Castilla, tras siglos de desidia y olvido, también. Demos gracias por este milagro, y pongámonos a trabajar para que deje de serlo.


TODO PUEDE SER SI EXISTE CASTILLA, Y NADA SERÁ PARA SIEMPRE SI NO EXISTE.

(Para el texto íntegro, contactar con www.pcasmadrid.org)
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